Por Jacob Levin, Country Manager de Pomelo en México
El Buen Fin se ha convertido en una de las temporadas más relevantes para el consumo en México. En este marco, miles de comercios, tanto físicos como digitales, se preparan con semanas de anticipación para ofrecer descuentos, promociones y experiencias atractivas a millones de consumidores.
Sin embargo, detrás de cada compra existe un proceso complejo que, aunque muchas veces pasa desapercibido, resulta determinante: el procesamiento del pago. En esta etapa crítica, la infraestructura tecnológica debe operar con precisión, seguridad y velocidad para que la experiencia de pago sea fluida, confiable y sin fricciones.
En este contexto, durante los últimos años los pagos con tarjeta, se han consolidado como el método preferido de los consumidores. De acuerdo con la Asociación de Bancos de México, en el Buen Fin de 2024 más del 67% de las transacciones se realizaron con tarjeta, lo que refleja una tendencia clara hacia la digitalización de los medios de pago.
No obstante, esta transición también trajo consigo nuevos desafíos: garantizar la disponibilidad de los sistemas, prevenir el fraude, reducir las tasas de rechazo y ofrecer una experiencia sin interrupciones incluso durante los picos de demanda más altos. En este sentido, las empresas que participan en la temporada no solo compiten con descuentos o estrategias de marketing, sino también con la eficiencia de sus procesos de pago: un sistema que falla en el momento de la transacción puede traducirse en miles de pesos perdidos y en clientes que difícilmente volverán. Aqui, la experencia del usuario juega un papel fundamental: en una economía digital, los consumidores esperan que una transacción se complete en cuestión de segundos. Cualquier demora o error puede generar frustración y abandono de la compra. Por eso, tecnologías como la tokenización, la autenticación biométrica o el llenado automático de datos ayudan a agilizar el proceso y a reforzar la confianza del cliente. Al mismo tiempo, los motores de prevención de fraude en tiempo real, alimentados por la inteligencia artificial, permiten identificar patrones inusuales y proteger tanto a los consumidores como a los comercios sin sacrificar la fluidez del pago.
Por todo esto, considero que frente a este acontecimiento, la preparación tecnológica es tan importante como la estrategia comercial. Una infraestructura moderna, basada en la nube y diseñada para escalar en tiempo real, permite procesar pagos de manera continua incluso cuando el volumen de operaciones se multiplica varias veces durante algunos días.
No caben dudas de que durante este período de tanta operatividad, la coordinación entre todos los actores del ecosistema como comercios, emisores, adquirentes, procesadores y fintechs es esencial. La colaboración, el monitoreo constante y los canales de soporte directo marcan la diferencia entre una operación exitosa o una frustrante. En este sentido, las plataformas tecnológicas que ofrecen visibilidad y control integral sobre el ciclo del pago son una ventaja competitiva.
Un Buen Fin también debe serlo para los pagos. Por eso, las empresas que han invertido en modernizar su infraestructura, automatizar procesos y ofrecer experiencias de pago confiables estarán mejor preparadas para aprovechar los momentos de alta demanda, fidelizar a sus clientes y sostener el crecimiento a lo largo del año. En un entorno donde la inmediatez y la confianza definen la preferencia del consumidor, optimizar los procesos con tarjetas no es solo una medida preventiva: es la clave para llegar al éxito.

