Ernesto Piedras
Crecientemente se expande la oferta que configura el
ecosistema de contenidos audiovisuales que, como forma de
entretenimiento y/o acceso a contenidos informativos, culturales y
educativos, se continúa multiplicando gracias al incesante avance en
las tecnologías de la información.

En nuestro país como en el resto del mundo, llama la atención la
continua multiplicación en el número de oferentes y la participación
de mercado que alcanzan aquellas plataformas digitales de contenidos por Internet, denominadas ‘Over The Top’ (OTT por sus siglas en
inglés), mayoritariamente aquellas provenientes del extranjero.

Veámoslo en números. Ciertamente es la TV abierta la que continúa
siendo el servicio de acceso a contenidos audiovisuales por
excelencia (92.9% de los hogares cuentan con acceso al cierre de 2018). Sin embargo, recientemente las plataformas OTT vienen ganando
terreno en el acceso y preferencia de las audiencias. 

La creciente competencia por atracción y captura de audiencias se
ha traducido en que la contratación de plataformas OTT entre los
hogares pasó de 1.6% del total en 2011 a 24.8% en 2018. 

Entre las que destacan, Netflix, jugador de contenidos estadounidense, tiene ya a 9 de cada 10 suscriptores en este mercado, muy por arriba de
la participación de empresas nacionales como Claro Video, Blim,
FilminLatino, entre otras.

Son precisamente los jugadores del extranjero los que se han
beneficiado de un marco fiscal y regulatorio que aún no contempla su operación. 

Su operación en México y en el resto del mundo aún no ha adecuado
sus obligaciones tributarias (i.e. escalera fiscal) y normativas con las
del resto de sus competidores nacionales.

¿Competencia desleal?

Efectivamente, estamos en presencia de un escenario de competencia desleal e inequitativa para nuestros productores y empresas de
contenidos nacionales, circunstancia que, entre muchos otros efectos, menoscaba el desarrollo de la industria mexicana. 

Existen diversas experiencias y recomendaciones internacionales que buscan y apuntan a la gestación de un balance competitivo entre
jugadores de contenidos. 

Al respecto, organismos internacionales como la OCDE, OEA, UIT y
CET.LA proponen la actualización y modificación de los marcos
normativos nacionales para nivelar el terreno competitivo ante la
irrupción de los jugadores digitales extranjeros. 

En esencia proponen homologar las cargas impositivas y regulatorias
con las empresas nacionales. A partir de ello e incluso por iniciativa
propia, diversas legislaciones alrededor del mundo se han dado a la
tarea de regular a las plataformas OTT extranjeras como una vía para establecer un equilibrio e impulsar el desarrollo de su industria
nacional. 

Amerita destacar que dentro de las herramientas regulatorias que se
han utilizado, se ha optado por aplicar el Impuesto al Valor Agregado
(IVA) como mecanismo para actualizar la base de sujetos gravables y al mismo tiempo nivelar el terreno de juego con los jugadores nacionales de contenidos.

En México, recientes iniciativas parlamentarias y de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) pretenden dejar atrás el escenario de vacío legal y laxitud normativa para alcanzar una equidad competitiva
en el mercado de contenidos audiovisuales. Ello a partir, no de la
creación de impuestos especiales o nuevos gravámenes, sino de la
simple aplicación del IVA a plataformas y servicios digitales
extranjeros. 

Este hecho implicaría una recuperación de recursos del erario
público de $3,600 millones de pesos al año, monto equivalente a casi
seis veces lo asignado al Programa Prioritario “Internet para Todos”
en 2019.

Es momento de que dejemos el retraso fiscal para el mundo digital
de 7 años y nuestro país se sume a la lista de naciones que han
dedicado esfuerzos para encontrar un balance competitivo para la
innovación, incentivos a la inversión y desarrollo de la industria
nacional de contenidos audiovisuales.

Otro caso de equidad fiscal, para la equidad competitiva.