Hay quienes coleccionan arte. Y hay quieneslo llevan en la piel.

Loose Blues no se parece a ningún otro lugar.
No es sólo una tienda. Ni sólo una galería. Tampoco es sólo un restaurante ni un estudio de tatuajes. Es todo eso y algo más difícil de nombrar: un punto de encuentro entre la contemplación y el deseo, entre lo que se mira y lo que se habita.Desde su llegada a México en 2007, Shota Kimura ha trazado en silencio un lenguaje visual propio. Originario de Hiroshima, creció rodeado de grabados, madera tallada y textiles teñidos a mano. El arte, para él, nunca fue excepción: fue entorno, rutina, manera de estar. Tatuar no es una moda. Es su forma de mirar. De escuchar. De tocar lo invisible.
En 2013 junto a Jacqueline Mota, fundó Loose Blues como una tienda. Hoy el proyecto ha mutado en un espacio creativo donde convergen la moda, la gastronomía, el arte y la identidad alternativa. Donde la música y la piel se entienden. Donde cada línea es un gesto íntimo. Donde cada flash cuenta una historia.
Con la exposición Vámonos que ya nos vieron, del fotógrafo Carlos Álvarez-Montero, Kimura creó una serie especial de tatuajes inspirados en el universo visual de la muestra. Así nació Vámonos Tattoo Flash: una sesión de tatuajes de edición limitada, un puente entre la cultura chicana y su estética japonesa. Un homenaje a lo que vibra en las calles y se transforma en arte sobre piel viva. Este sábado 9 de agosto última sesión.
Y como en Loose Blues todo está conectado, esta muestra también se escucha. El chicano soul —con la curaduría sonora de Doña Miho y Funkassassins— amplifica lo que no se dice con palabras. Porque aquí, cada exposición tiene un ritmo. Cada espacio se transforma con la luz, con la música y con el tiempo. Loose Blues no impone. Susurra.
Prefiere el gesto mínimo, el detalle que permanece. Es un lugar para mirar lento. Para saborear. Para quedarse un rato más. Y si algo te toca, quizá te lo lleves contigo… para siempre.
La exposición termina el 10 de agosto. Te esperamos.