
Por Miriam Bertran, Alianza Mexicana Por Un Consumo Moderado
El último tramo del año en México suele llegar cargado de celebraciones, reencuentros y brindis. Es la temporada en la que las copas abundan, pero también un buen momento para preguntarnos cómo y cuánto bebemos. Según la OCDE, cada mexicano podría consumir en promedio 5 litros de alcohol puro al año, lo que equivale a 8 tragos de una bebida de alta graduación por semana.
En los últimos años, especialmente entre las generaciones más jóvenes, ha cobrado fuerza el mindful drinking, un movimiento que invita a consumir alcohol con mayor conciencia: elegir qué, por qué y cuánto tomamos, sin que el exceso termine por empañar la celebración. Sin embargo, hablar de mindful drinking no solo implica beber menos, sino también entender qué significa hacerlo con moderación. Y ese concepto, aunque parece simple, es mucho más relevante de lo que creemos.
Los riesgos asociados al consumo excesivo de alcohol hacen necesario establecer recomendaciones claras. Entre ellas, un consumo moderado, que si bien puede parecer algo evidente, en la práctica enfrenta desafíos importantes. Y es que la moderación y, por lo tanto, el consumo moderado de alcohol, no tiene el mismo significado en todos los contextos; no es igual beber durante una comida familiar que en una fiesta juvenil o un reencuentro de amigos. Incluso, el tipo de bebida influye; no se percibe del mismo modo tomar una copa de vino o una cerveza que varios tragos con alto contenido alcohólico. En realidad, la moderación es un concepto complejo, profundamente condicionado por factores sociales y culturales.
Las bebidas alcohólicas han estado presentes en todas las culturas, ya sea como parte de celebraciones, experiencias gastronómicas o rituales. Su lugar en la vida social es innegable. Y es importante que esa presencia se acompañe de acciones que eviten los riesgos de un consumo nocivo. Hoy vivimos en una tensión constante entre la moderación y el exceso, entre el disfrute y el límite. Mientras se alzan copas para celebrar los logros, se guarda silencio sobre quienes han perdido el control.
La Organización Mundial de la Salud busca reducir el consumo nocivo de alcohol. Por eso, las guías de salud pública en distintos países hacen recomendaciones prácticas. En general, se habla de hasta una bebida diaria para mujeres y dos para hombres: 340 ml de cerveza o 140 ml de vino. En el Reino Unido, por ejemplo, se sugiere no superar 14 unidades por semana, distribuidas en varios días, esto es entre 4 y 7 bebidas en total.
Estas recomendaciones están dirigidas a quienes ya consumen alcohol. No invitan a empezar, sino a hacerlo de forma informada. El propósito es que la moderación y la prevención del consumo nocivo se integren en las normas sociales y en la vida cotidiana, como una forma de prevenir daños y fomentar el autocuidado.
Este enfoque es aún más relevante para las nuevas generaciones. En adolescentes, el consumo debe ser cero. No por rigidez, sino por salud, ya que están en pleno desarrollo físico y emocional, y los riesgos son mayores. La presión social en estas edades es fuerte, y el consumo de alcohol suele asociarse con experimentar, pertenecer y desafiar. Además, la permisividad no solo impacta a los adolescentes, sino también a sus padres, quienes enfrentan el dilema de establecer límites o permitir el consumo para que sus hijos no se sientan excluidos.
Ante este panorama, la labor educativa resulta fundamental, al mostrar los riesgos, ofrecer herramientas para enfrentar la presión social y fomentar decisiones acordes con la madurez de cada etapa. Educar sobre el consumo moderado del alcohol no significa únicamente explicar “cuánto se puede beber”, sino enseñar a decidir con responsabilidad. Después de todo, las normas sociales se aprenden y se refuerzan en la convivencia cotidiana.
Promover el consumo moderado no es una tarea individual, compete a todos —personas, instituciones, empresas—. No se trata de negar el disfrute, sino de evitar que derive en daño. La clave no es prohibir, sino evitar el consumo nocivo e integrar la moderación como parte de una vida socialmente rica y saludable.

