
| Las ciudades se han convertido en el epicentro del desarrollo humano y económico. Esta creciente concentración de personas e infraestructura crítica ha generado mayores riesgos que las urbes deben gestionar, desde los efectos del cambio climático hasta las vulnerabilidades inherentes a infraestructuras interconectadas. Para salvaguardar los avances del desarrollo y el bienestar de sus habitantes, las ciudades deben evolucionar hacia modelos más resilientes, donde el abastecimiento eléctrico y el consumo sustentable de energía sean ejes fundamentales. La mayoría de las ciudades depende de una red energética altamente centralizada que, si bien resulta eficiente en condiciones normales, es vulnerable ante contingencias capaces de interrumpir el suministro y afectar operaciones críticas, desde hospitales y sistemas de transporte hasta edificios comerciales e industriales, verdaderos motores de la economía urbana. En México, durante el primer semestre de este año, cerca de 335 mil usuarios industriales de la CFE se vieron afectados por apagones derivados de la saturación del sistema eléctrico, según datos de Energía Real. Cada hora sin suministro eléctrico representa pérdidas de aproximadamente 200 millones de dólares para el sector industrial, según el Consejo Nacional de la Industria Maquiladora y Manufacturera de Exportación (Index). Estos números subrayan la urgencia de repensar cómo las ciudades generan y almacenan energía. Ciudades resilientes ante la vulnerabilidad eléctrica en México México enfrenta el desafío de construir ciudades energéticamente resilientes en un contexto donde el modelo tradicional de suministro eléctrico —centralizado y dependiente de grandes plantas generadoras alejadas de los centros de consumo— muestra claros signos de vulnerabilidad. Eventos como huracanes, olas de calor o fallas en la red de transmisión pueden paralizar zonas urbanas completas, como ocurrió recientemente en Querétaro, Veracruz, Hidalgo y Puebla, donde las lluvias intensas interrumpieron el servicio eléctrico. Para el sector empresarial, estas contingencias no solo implican interrupciones operativas, también representan pérdidas económicas significativas y riesgos para la continuidad del negocio. Frente a este panorama, Galdón subraya la necesidad de que “las ciudades avancen hacia modelos descentralizados de generación y gestión eléctrica, capaces de responder de forma resiliente ante contingencias”. Agrega que “las empresas necesitan reducir su dependencia de la red central y apostar por esquemas diversificados de generación —como la energía solar— que aseguren la operación de servicios críticos, garanticen continuidad y contribuyan a un consumo energético más sustentable”. Energía solar, camino hacia la resiliencia urbana Para el experto de Greening México, las tecnologías solares —particularmente los sistemas fotovoltaicos— representan una solución práctica para diversificar el suministro eléctrico. “Integrar generación solar en techos o terrenos industriales y comerciales permite a las empresas producir parte de su propia energía, fortalecer la estabilidad y autonomía de la red urbana, y avanzar hacia metas de sustentabilidad y ahorro económico”, explica. Cada edificio equipado con techos con paneles solares se convierte, en la práctica, en una microcentral capaz de mantener operaciones críticas durante interrupciones eléctricas o incluso de aportar excedentes al sistema cuando la demanda lo requiere. Este modelo incrementa la resiliencia operativa y reduce la exposición a los altos costos derivados de los cortes de energía. A esta capacidad se suma el avance en soluciones para almacenar energía solar en entornos urbanos y rurales, como el almacenamiento energético en baterías (BESS), que ayudan a conservar la electricidad generada durante las horas de mayor irradiación solar para utilizarla posteriormente. Esta combinación de generación y almacenamiento brinda a los sitios comerciales e industriales mayor resiliencia urbana, permitiéndoles amortiguar el impacto de las interrupciones eléctricas y garantizar la continuidad de los servicios esenciales. “Durante años, la conversación sobre energía solar distribuida ha girado en torno a la incorporación de techos con paneles solares fotovoltaicos como fuente de ahorro y consumo sustentable, sin embargo, esta idea está yendo más allá de producir electricidad limpia, redefiniendo el modelo energético urbano para hacerlo más resiliente y eficiente”, indica Galdón. Esto es precisamente lo que la Asociación Nacional de Energía Solar (ANES) ha llamado “generación distribuida 2.0”. Este concepto amplía la visión tradicional de los techos con paneles solares, e incorpora sistemas híbridos, almacenamiento con baterías, gestión inteligente mediante IoT y esquemas de intercambio energético entre usuarios (peer-to-peer). El resultado es un ecosistema energético descentralizado, en el que hogares, comercios e industrias dejan de ser solo consumidores para convertirse en actores activos del sistema eléctrico. El futuro de las ciudades no dependerá únicamente de cuán inteligentes sean sus sistemas, sino de cuán resilientes sean sus estructuras energéticas. Y en esa ecuación, la integración de la energía solar en entornos comerciales e industriales representa una de las oportunidades más claras para avanzar hacia un consumo sustentable de energía, con urbes capaces de sostener su desarrollo frente a condiciones variables y cada vez más exigentes. Apostar por la generación distribuida 2.0 implica fortalecer la infraestructura desde la base, aprovechando el potencial solar que ya tienen sus techos, estacionamientos y espacios industriales para crear redes más autónomas, flexibles y seguras. “Si México impulsa decididamente este modelo, podrá acelerar su transición hacia ciudades más seguras, sustentables y energéticamente resilientes, preparadas tanto para resistir los desafíos del futuro, como para prosperar en ellos”, finaliza el experto. |
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