“DEL JUEGO DE PELOTA AL PÁDEL: MÉXICO ENLAZA MÁS DE 3,000 AÑOS DE HISTORIA EN LA ENAH”

  • La ENAH reúne a especialistas para vincular tradición y modernidad.
  • Ignacio Soto Borja, cofundador del pádel, comparte el origen mexicano del deporte.

La Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) fue sede de la conferencia “De la cancha sagrada a las pistas de cristal”, un espacio de diálogo en el que se exploró la relación entre los antiguos juegos de pelota mesoamericanos y el pádel, deporte contemporáneo de origen mexicano que hoy se practica en más de 30 millones de jugadores alrededor del mundo.

El encuentro fue moderado por el antropólogo Mario Manuel Villegas y contó con la participación de Ignacio Soto Borja, cofundador del pádel, el Dr. Alejandro Olmos y el Mtro. Mario Gómez, quienes abordaron desde distintas perspectivas el valor histórico, cultural y deportivo de este fenómeno.

En su mensaje, Ignacio Soto Borja destacó la conexión entre los juegos ancestrales y el pádel actual, subrayando que se trata de una “unión cultural y deportiva de más de 3,000 años”:

“El pádel nace en 1969. Hoy, a 56 años de distancia, ha conquistado cinco continentes y lo practican más de 30 millones de personas. Es un orgullo que este deporte tenga raíces mexicanas y que podamos vincularlo con la tradición mesoamericana del juego de pelota, presente desde Guatemala hasta Arizona.”

Soto Borja recordó que en cada zona arqueológica de Mesoamérica existen vestigios de canchas de pelota, lo que muestra la relevancia que tuvo en la vida religiosa, social y comunitaria de los pueblos originarios. También hizo un recorrido histórico que conectó la introducción de la pelota de hule en Europa tras la llegada de Hernán Cortés, con la evolución de juegos como el jeu de paume en Francia, el tenis en Inglaterra y finalmente la creación del pádel en México.

El cofundador del deporte explicó cómo Enrique Corcuera diseñó la primera cancha en su casa de Acapulco, y cómo desde ahí el pádel se expandió a España, Argentina y posteriormente al mundo, hasta consolidarse con reglamentos oficiales, federaciones internacionales y campeonatos mundiales.


Asimismo, compartió que el Senado de la República reconoció formalmente al pádel como deporte de origen mexicano y subrayó que la gran meta es su inclusión como deporte olímpico.

“El pádel es parte de nuestra historia y de nuestra identidad. Así como rescatamos las raíces del juego de pelota prehispánico, hoy debemos proyectar al pádel como un legado mexicano que une cultura, deporte y comunidad a nivel mundial.”

Por su parte, el antropólogo Alejandro Olmos destacó la riqueza y diversidad de las variantes del juego de pelota en México, muchas de las cuales siguen vivas hasta hoy:

“México es un país diverso etnográficamente y la pelota está viva. Tenemos el ulama de cadera en Sinaloa, la pelota mixteca en Oaxaca, la pelota purépecha que incluso se juega encendida con fuego, la rayuela rarámuri, la pelota de valle y muchas más. Cada una utiliza un ‘rebotador’: guantes, paletas, piedras o bastones que muestran la creatividad y continuidad cultural de estos pueblos.”

Olmos explicó que el término “rebotador” ayuda a comprender y clasificar la gran variedad de instrumentos arqueológicos —como yugos, palmas, hachas o manoplas— que han sido asociados históricamente al juego de pelota, evitando confusiones en su interpretación. También mostró evidencias arqueológicas desde Querétaro, Oaxaca, Guatemala y Chichén Itzá, que demuestran la antigüedad y diversidad de las prácticas lúdicas mesoamericanas.

Finalmente, subrayó la importancia de que los nuevos estudiantes de arqueología se acerquen a estas piezas no solo desde lo material, sino también desde su función lúdica y simbólica:

“Los juegos de pelota no solo fueron rituales o sacrificios; también fueron formas de comunidad, de técnica deportiva y de identidad cultural. Entenderlos nos permite reconocer que, más allá de las variantes, todos cumplen una misma función: rebotar y mantener viva la pelota.”

El etnólogo Mario Gómez subrayó que la antropología busca responder a tres grandes preguntas: ¿quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos? y que, en ese camino, el deporte y el juego son parte esencial de la cultura humana.

“No es solo recreación: el deporte es identidad, pertenencia, permanencia, trabajo en equipo y respeto. Y en el caso del hule, este material sagrado transformó todos los deportes de raqueta en el mundo.”

Gómez destacó que las antiguas canchas de pelota eran espacios sagrados, vinculados al sol, la geometría del universo y la dualidad de las fuerzas naturales, y que esa herencia se refleja en la práctica deportiva actual.

En el marco del evento, Ignacio Soto Borja realizó la donación de ejemplares de su obra La historia oficial del pádel para el acervo de la ENAH, con el objetivo de que este testimonio quede a disposición de investigadores, alumnos y público en general.

El gesto simboliza la unión entre la investigación académica y el reconocimiento histórico del pádel como parte del patrimonio cultural contemporáneo de México.