El futuro creativo ya está aquí, y Andrea Deković lo está construyendo paso a paso.
Desde Ciudad de México hasta Montreal, el festival Las Flores Web3, creado por la visionaria Andrea Deković, no solo conecta el cine con la tecnología, sino que también abre una conversación urgente:
¿Cómo están transformando la Web3 y la inteligencia artificial el mundo cultural, artístico y laboral?
Para Andrea, la clave no está solo en el código, sino en la comunidad:
“Las tecnologías emergentes son herramientas. Lo importante es cómo las usamos, a quién invitan y qué historias nos permiten contar.”
La Web3 ya está reconfigurando el ecosistema creativo con ideas como la descentralización, los NFTs, la economía del creador y los sistemas de gobernanza comunitaria. Para muchos artistas, esto representa una forma real de independencia frente a los modelos tradicionales.
“Antes necesitabas una gran productora o estudio para distribuir tu película. Hoy puedes usar contratos inteligentes y blockchain para compartir tu obra directamente con tu comunidad”, explica Andrea.
Por su parte, la inteligencia artificial está acelerando procesos en casi todos los terrenos creativos: desde imágenes, música y escritura hasta curaduría y análisis de datos.
Herramientas como editores automatizados, generadores visuales o asistentes de guion están haciendo que la producción audiovisual sea más accesible y más ágil.
“Veo a la IA como un laboratorio creativo, no como una amenaza. Nos hace repensar cómo creamos y también nos obliga a reflexionar desde la ética: ¿quién crea?, ¿quién firma?, ¿quién gana?”, dice.
En ese espíritu, el festival Las Flores Web3 funciona como una plataforma viva para explorar estas preguntas. Desde residencias artísticas inmersivas hasta laboratorios en el metaverso, sus actividades invitan a experimentar, pero también a pensar críticamente sobre el uso de la tecnología.
Y los perfiles profesionales también están cambiando. Ya no se trata solo de saber manejar un software: lo que se valora ahora es el pensamiento transdisciplinario, la sensibilidad cultural y la capacidad de colaborar en red.
Surgen nuevos roles con nombres tan fascinantes como sus funciones: diseñadores de mundos, curadores algorítmicos, narradores de datos o arquitectos del metaverso.
Mientras muchos aún debaten si la IA va a quitarnos trabajos o si la Web3 es una burbuja más, Andrea ya está un paso adelante: diseñando festivales descentralizados, formando perfiles cineastas que usan IA, y creando puentes entre comunidades de distintos países.